![]() |
| Placeres simples |
Hay
quien dice que el lujo supremo está en la emoción por el placer simple, y si
esto es cierto, no lo es menos que comida y emoción constituyen un binomio
perfecto. Sabores, aromas y texturas son sustantivos concretos, que
nuestros sentidos captan y que debemos aprender a llenar de contenido con una
infinidad de adjetivos que los diferencian. Una gran variedad de sabores,
aromas y texturas que se reparten por toda la geografía terrestre y que como si
de un mapa se tratase, podemos recorrer con nuestros cinco sentidos.
Respirar aires, paladear tierras y conocer costumbres y culturas.
Pero
comer es mucho más que un placer y una necesidad. Hemos oído mil veces frases
del tipo: "el hombre es lo que come" y, aunque todos sabemos que esto
es bien cierto, pocas veces nos paramos a pensar de qué forma nuestros
sentimientos, nuestra forma de actuar y por supuesto nuestra salud, están
condicionados e incluso definidos por lo que comemos y por el modo en que lo
hacemos.
La
evolución de la ciencia nutricional, las dietas y los hábitos alimenticios
saludables son cada vez más valorados como factores que pueden ayudarnos a
prevenir muchas enfermedades.
Así de sencillo y maravilloso es el
universo gastronómico al cual podemos acceder. Hoy todo está más cerca. Los
medios de transporte y las técnicas de conservación han revolucionado el mundo
de la alimentación. Personas y sociedades están dispuestos a probar comidas
radicalmente distintas a las de su cultura.
Comer
bien, o mejor dicho, simplemente comer o el modo en que se come, dice mucho de
cada ser humano. Habla, lamentablemente y sobre todo, de su riqueza o pobreza,
habla de su educación y su cultura, de su sociedad o de su religión, y lo hace
respondiendo a ¿cómo, dónde y qué se come?
Pero
este tráfico global de alimentos como de personas, unido a otros factores como
son: el ritmo de vida, la falta de tiempo, las presiones de la industria
alimentaria, entre otros, trae consigo consecuencias no deseables. Comidas más
simples, fast-food, y en general una clara regresión gastronómica. Comer se
está convirtiendo en una mera operación de reabastecimiento.
En
este contexto, las ciencias nutricionales y nosotros mismos nos preguntamos
¿qué van a comer nuestros hijos o nietos? La respuesta no es, en mi opinión,
muy alagüeña, y corresponde a la familia, la escuela y a los medios de
comunicación evitar que el problema siga aumentando y que los niños dejen de
comer lo que quieren, como quieren y cuando quieren.
Dicho
todo esto: en Gastrosofía Manchega nos declaramos activistas del slow-food, de
la comida de mamá, de las mesas familiares y de amigos, de sus charlas y sus
risas, del vino y de la música. Y modestamente queremos ofrecerles algunas de
las cosas que nuestra comarca produce y que están muy indicadas para tal fin.
